Videopodcast sobre Duelos: https://youtu.be/SQ-Ps0nwGlE?si=xHi-5h3rfkWrVwQm
A lo largo de la vida nos enfrentamos a múltiples situaciones de pérdida. En cada decisión, elección y en el paso del tiempo hay algo que queda atrás, que se abandona y se pierde. A pesar de que muchos de los cambios que transitamos implican ganancias porque nos representan un beneficio o una movilización a una situación que es más favorable, anhelada o deseada; también le incluye una renuncia. Es decir que por más que lo evitemos vamos dejando atrás sueños, proyectos, expectativas, personas, escenarios, etc. Todas esas partidas son Duelos y es muy importante que los pensemos como procesos naturales y propios de la condición humana. Amigarse con la idea de atravesar duelos implica el desafío de dejar de resistirse frente a la inevitable.
Un Duelo no es una enfermedad, es un proceso de adaptación emocional a una pérdida y se trata de una experiencia normal y saludable. Sin embargo para muchas personas puede ser una experiencia realmente desestabilizadora, intensamente dolorosa, estresante y, de no ser adecuadamente gestionada, podría desencadenar en cuadros clínicos graves como la depresión o abuso de sustancias (alcohol, psicofármacos) entre otros. Es por eso que debemos entender que cada Duelo será único y a la vez cada persona lo transitará de un modo diferente dependiendo de varios factores: 1- sus características propias de la personalidad; 2- la cercanía afectiva con aquello perdido; y 3- lo abrupto de la situación ya que lo repentino e inesperado de la situación podría hacer más intensivo el proceso.
Más allá de éstas variables o factores,siempre y en todos los casos, los Duelos duelen y mucho porque implican una transformación interna. Algo de nosotros se pierde/muere también por lo que no sólo tenemos que adaptarnos a aquello, sino que también tendremos que construir de la crisis un aprendizaje y una elaboración. Los Duelos abruman, pausan, incomodan, nos atraviesan desde lo más profundo, pero también se puede aprender a convivir con el dolor, acomodarlo en algún sitio que nos permita seguir conectados a la realidad a pesar de esa pérdida.
En un DUELO la meta NUNCA es el olvido y es por eso que si una persona que haya sufrido una pérdida ha logrado progresar o alcanzar nuevas metas y objetivos, no quiere decir que su vida volvió a ser la de antes, que nada pasó y que aquello perdido se olvidó. Los duelos no se superan, insisto, solo se aprende a convivir con la pérdida. Considerar esta perspectiva podrá resultar clave para evitar juzgar los procesos individuales de la persona ya que en definitiva cada uno resolverá su realidad dolorosa como pueda y no debemos entrometernos.
Quiero destacar que si bien no hay un tiempo cronológico que determina cuando se logra elaborar y aceptar una pérdida, se estipula un tiempo de 8 meses a 1 año. Se cree que será importante transitar 365 días, un ciclo completo de aniversarios, fechas significativas, celebraciones tradicionales, ya que cada uno de estos momentos conducirán a recuerdos y emociones asociadas a aquello que se ha perdido. Habrá personas que por supuesto, podrán aceptar la pérdida en un tiempo menor pero si los tiempos se prolongan mucho más; si te sentís estancado; si no podés establecer objetivos porque quedaste detenido; si perdiste interés por situaciones sociales y si descuidaste conductas de autocuidado físico y emocional, quizás estemos frente a un Duelo patológico. Ello se entiende por aquel proceso en el que la persona se ha quedado detenida en alguna de las etapas, el dolor permanece enquistado y obstaculizando la vía al bienestar, la calma y la paz. Aquí es donde las alarmas deben encenderse porque significa que no se está pudiendo gestionar las emociones y un profesional de salud mental puede guiarte, acompañarte y sostenerte aminorando el sufrimiento. Doler, siempre va a doler, pero lo que puede evitarse es el sufrimiento y quedar melancolizado como producto de esa pérdida.
Por último, quiero hablar de cinco momentos emocionales o etapas que todos atravesamos cuando perdemos algo valioso para nosotros. Estas son las famosos Fases del Duelo pero quiero aclarar que no son etapas sucesivas ni lineales, no implican que una supera la otra, simplemente son etapas distintas que se dan de manera desordenada, intensas y a veces incluso se puede ir y venir varias veces a través de las mismas.
Para explicarlas brevemente son la negación, ira o rabia, negociación, depresión o tristeza y aceptación.
La negación es la reacción inmediata que acompaña la noticia de la pérdida y produce un shock o impacto que congela las emociones. Es un mecanismo de defensa, cuya finalidad es dar un tiempo adicional para procesar lo que está sucediendo, lo cual está asociado a muchas imágenes, recuerdos y emociones, que serán necesario asimilar. Aparece la incredulidad: “ no puede ser cierto” “ es una pesadilla” “ seguro que es un error” .
Luego vendrá la ira o rabia, que tiene que ver con el enojo que la situación de pérdida despierta. Aparece rabia, impotencia, y frustración. También la persona puede echar culpas a otros o a si mismo .
La negociación es un momento en donde se comienza a contactar con la realidad de la pérdida y la persona hace Negociaciones con la ilusión de cambiar los resultados, evitar lo inevitable o revertir la situación. Por ejemplo, cuando a alguien se le diagnostica una enfermedad terminal y comienza a explorar opciones de tratamiento pese a haber sido informado de que no hay cura posible, o quien cree que podrá recuperar una relación de pareja que ya está finalizada buscando realizar una terapia de pareja para recomponerla y entender que revertirá o evitará la separación inminente. Aparecen expresiones tales como “Podría haber hecho tal Cosa” “podría haberle dicho tal Cosa” “Podría haber buscado otro médico o tratamiento “.
A medida que avanza el proceso de duelo y se va asumiendo la realidad de la pérdida emerge un periodo de tristeza profunda, angustia, nostalgia, tendencia al aislamiento social y pérdida de interés por lo cotidiano. Aunque se denomina a esta fase “depresión”, sería más correcto denominarla “pena” o “tristeza”, perdiendo así la connotación de que se trata de algo patológico. Hay que prestar mucha atención a este momento en particular, ya que muchas veces los procesos de duelo quedan retenidos en esta etapa y suele ser el periodo más largo.
Por último deviene la Aceptación vinculada a un estado de calma, paz, tranquilidad y entendimiento de la situación desde lo racional y emocional. Comprendemos que la muerte es parte de la vida y si bien la pérdida genera dolor, se elabora un recuerdo positivo que permita seguir viviendo con ello.
Existen ciertas acciones o conductas que te van a permitir elaborar el duelo:
Permitite sentir emociones desagradables, negativas y displacenteras. Escúchate y valida tus emociones ya que son síntomas normales y necesarios . Cumplen una función adaptativa porque nos van a posibilitar superar esa pérdida
Busca red de apoyo con personas que te sientas cómodo y seguro y que puedan acompañarte en este momento difícil de una manera respetuosa. Ello te ayudará a asimilar la perdida, sentirte apoyada, expresarte y compartir con otros evitando el aislamiento.
Focaliza en hábitos y acciones de Autocuidado físico y emocional: realiza actividades que te den placer, cuida tu alimentación y hábitos de sueño.
Recorda que Sanar implica integrar eso doloroso que ha ocurrido. Es fundamental atravesar y alojar el dolor, nunca es una buena opción ignorar o negar lo inevitable..
Está atento a los cambios que experimentas y si sentís que tenes dificultades para afrontar el dolor busca ayuda profesional.
¡Pedí ayuda a tiempo para aprender a vivir con la ausencia de aquello perdido!
Gracias como siempre por acompañarme en la lectura.
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